21 de mayo de 2010

Dicen Que Nunca Se Rinde

Y no se rindió. El Sevilla, mi Sevilla, se alzó este pasado miércoles con la copa de su majestad el Rey. Y es que, a veces el futbol resulta justo con los campeones. El Sevilla se había plantado en la final tras haber eliminado al todopoderoso Barça, al Deportivo y al Getafe, mientras que el Atleti había eliminado al Celta, al Recre y al Racing. Dos de ellos, equipos de segunda división.

Como ya dije, la Real Federación Española de Fútbol había puesto como escenario para jugar la final, el majestuoso estadio del Futbol Club Barcelona, el Camp Nou.
Esto sin importarles que la final se celebrara un día entre semana, la distancia entre Barcelona y Sevilla, y la actualidad económica del país que dificulta aún más si cabe. Aún así, 35.000 sevillistas recorrieron los más de 1.000 kilómetros que separan ambas ciudades para animar a los suyos. Yo, era uno de esos 35.000, y disfruté de una manera increíble todo lo que rodeaba la final. El ambiente, los amigos, el pre-partido, todo.
La verdad es que atléticos había más, pero mucho menos ruidosos. Como bien decía nuestro presidente, “Un sevillano vale por tres madrileños, así que seremos mayoría”. Y fuimos mayoría.

Hora y media antes del partido, esperamos la llegada del autobús del equipo para animarlos,
y cantamos sin parar cuando los jugadores pasearon por el campo, trajeados, una hora antes del partido.

Al salir los jugadores al terreno de juego para el comienzo del partido, un precioso mosaico con el lema RESPETO SFC, a la vez que sonaba el himno del centenario, fue el último empujón para un equipo que conquistó la Copa con todo merecimiento.
Salió muy enchufado y se adelantó en el marcador en el minuto cinco con un golazo de Capel. A partir de ahí se mantuvo muy ordenado, aguantando las embestidas del Atletico, al que se le había agotado la suerte en los cruces de las eliminatorias.
En la segunda parte más de lo mismo, el Atletico era incapaz de crear peligro, y un robo de balón en el minuto 90 permitió al “duende de Los Palacios” marcar y rubricar la victoria. Con ello, el delirio en las gradas, y con el pitido final, comenzó la fiesta.

Palop recibió como capitán la Copa de manos del príncipe, confeso seguidor del equipo rival, enfundado en la camiseta con el nombre de Puerta y el dorsal 16. Los jugadores formaron una piña en el centro del campo con los brazos al cielo en honor al malogrado Antonio.

Dijo el presidente hace ya bastante tiempo: “No pararemos hasta brindarle una copa a Antonio Puerta”. Y no pararon. Será por eso aquello de, dicen que nunca se rinde.







Un abrazo, queridos necios.



"Si estás en el area de penal y no sabes que hacer con la pelota,
metela en la red y ya discutiremos las alternativas más tarde."

(Bill Shankly)

No hay comentarios:

Publicar un comentario