23 de febrero de 2013

Ovejas Negras

LA OVEJA NEGRA-AUGUSTO MONTERROSO

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.


Me pidieron que a partir de este microrrelato dejase volar mi imaginación y crease lo primero que me viniese a la cabeza. En algo menos de 10 minutos el resultado fue muy parecido a esto:


…Él se enamoraba a diario. Iba por las calles de la ciudad buscando su efímera pasión. Cada mirada una sonrisa, cada paseo una nueva complicidad… Buscaba a través de la luz de muchos atardeceres ese trocito de mundo que conseguía llenarle.
Ayer realizaba el dibujo a carboncillo de unos ojos que pasarían a ser eternos. El día anterior, creó una historia de amor y pasión a partir de una larga melena rubia. Hoy seguía perdido en busca de ese cosquilleo que le decía que había encontrado lo que anhelaba. Por esto, su amor no podía ser duradero. Él buscaba ese instante imperceptible, ese sobresalto que le regalaba felicidad…
Era consciente de que podían considerarlo raro. Siempre tan perdido y solitario. Sin embargo, no era capaz de concebir su existencia de otra forma. No podía dejar que conocer a una persona le hiciese perder la magia del primer impulso. Siempre había pensado que si entregase su vida a un amor cerrado, perdería la posibilidad de disfrutar del olvido, del recuerdo. En definitiva, del placer de echar de menos.
Si no enterrase cada día a esa oveja negra, no disfrutaría de conocer al día siguiente a la que estaba por llegar…

 
"Si la inspiración no viene a mí salgo a su encuentro, a la mitad del camino." (Sigmund Freud)