3 de mayo de 2012

Crónica de una muerte anunciada


Así fue. Minuto 90 de partido. Falta en la media luna del área local. Tira Beñat, toca el poste y gol. El tercero en 180 minutos. Ese fue el fin del derbi sevillano. Con él, se fue la ilusión de una hinchada aún esperanzada con arañar esa sexta plaza que se aleja definitivamente.

El partido, como suele ser en los derbis, no tuvo demasiado. El Sevilla comenzó mandando como era lógico por sus presuntas aspiraciones así como por su condición de local. En el minuto cuatro ya se había adelantado con gol del vallecano Negredo. Sin embargo, parece que solo fue de nuevo el espejismo de un equipo empeñado en caerse cada vez que alza la cabeza a Europa. La primera parte transcurrió con dominio del balón sevillista y con falta de acierto en los metros finales. El Betis, por su parte, se limitó a esperar y a ver venir los acontecimientos muy bien posicionado. En el minuto 42, falta en el borde del área. Chut del vasco Beñat al palo del portero, toca en la madera y dentro.
La segunda parte tiene un resumen bastante simple. El Betis juega con los nervios y las imprecisiones de un Sevilla atenazado. Corre más, es más listo, y lo que casi siempre resulta fundamental. Tiene esa chispa de suerte necesaria para ganar. Como hemos dicho con anterioridad. Otra falta al borde del área en el minuto 90 con el mismo resultado que la de la primera mitad. Fin de la historia. Son cosas de fútbol. Lo que lo hace a veces tan imprevisible y tan bonito a la vez.

Sin embargo, la derrota del Sevilla hoy es mucho más que eso. Lo de hoy ha sido la conclusión de una temporada desastrosa y que se veía venir debido a una pésima planificación.
Muchos somos los sevillistas que volvemos hoy a casa desilusionados con un equipo que parece haber caído por completo. Una plantilla sin alma, o sin la calidad suficiente, para cumplir unos objetivos demasiado ambiciosos a principio de temporada. Aun así, el enfado del sevillismo no es debido a esto. Lo que a muchos sevillistas nos cabrea es el hecho de que se nos siga “vendiendo la moto” con un ciclo más que acabado. Mirando uno por uno los jugadores de esta plantilla, y las ventas y los fichajes de las últimas temporadas, lo que es necesario es empezar de cero. Hace falta una renovación de verdad. No las medias tintas de los dos últimos veranos.
Para empezar, un entrenador que sea capaz de inyectar pasión y ganas por una profesión y unos colores. Que cuente con una de las mejores canteras de Europa y que desborde sevillismo por los cuatro costados. No hace falta que diga de quién hablamos.
Por otro lado, el sevillista pide claridad. Que no pretendan vendernos al nuevo Dani Alves cada vez que fichamos un lateral derecho mediocre. O mejor, que se olviden de decirnos que el entrenador pide una plantilla corta para apoyarse en la cantera, y por otro lado vendamos al delantero que más goles ha metido en los últimos años en el filiar por un millón de euros y al resto de los canteranos los siente el entrenador domingo tras domingo en el banquillo. Eso no le vale al sevillismo. El aficionado de verdad no pide ver finales ni ganar títulos. El SEVILLISTA lo que pide es que once guerreros se rompan el pecho por este escudo y esta camiseta. Y eso, lamentablemente, hace ya bastante tiempo que no lo vemos.

Sin embargo, el deporte es algo cíclico. Hoy estás arriba y mañana puedes caer. Llevo casi 15 años yendo cada domingo al Sánchez Pizjuán y he visto a mi equipo desde arrastrarse por los más tristes campos de la segunda división hasta ganar títulos a nivel europeo y mundial. Este año ha tocado la cruz. El año que viene volveré a sacar mi abono en el Gol Norte de Nervión con la esperanza de disfrutar con mi equipo. Y animaré cada partido en ese estadio al que me llevaba mi abuelo de la mano con sólo 6 años. Y es que, el sentimiento que se puede tener pos unos colores y un escudo están muy por encima de los resultados. Por eso, ¡ahora más que nunca SEVILLA FÚTBOL CLUB!



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