6 de septiembre de 2011

Agua

Aquí estoy de nuevo. Caminando como un pequeño indigente que no sabe cuál es su destino ni el rumbo que debe tomar. Los pies descalzos, un par de gotas de agua resbalando por la frente y una toalla al hombro.
Me agrada notar como las plantas de mis pies quedan marcadas en la arena a la vez que camino. Es como el rastro que vamos dejando con cada uno de los actos de nuestra vida. Parece que todas son semejantes, pero si te fijas bien te das cuenta de que cada una de esas pisadas es un mundo; tan iguales y tan diferentes todas.
En este momento no hay teléfono móvil, ni niños gritando a mí alrededor. De fondo, noto la brisa y las olas al romper a escasos metros de mí. Como dijo Baudelaire: “¡Hombre libre, tú siempre preferirás el mar!” Me siento vivo, me siento libre. El viento me despeina a su propia voluntad y llega a hacerme incluso cosquillas en las partes de mi cuerpo todavía húmedas.
De repente, algo inesperado. Unas finas gotas caen sobre mí. Miro al cielo y rio. A lo lejos, veo como las familias van recogiendo sus cosas y se dirigen rápidamente al paseo marítimo.
“¡Si es sólo agua!” – pienso para mí.
¿Cuántas veces me habrán repetido eso? “Es sólo agua.”
¿Qué querrán decir? ¿Qué es para ellos el agua? Para mi es todo y nada a la vez. Es una forma de vivir, una forma de disfrutar de la vida. Cada día me alegro más de que el narrador que cuenta mi historia escribiese con mayúsculas en cada una de las hojas de su novela esa palabra. Ese elemento.

Estoy ya empapado. ¿Qué más da mojarse un poco más?
Salgo corriendo y me zambullo en la inmensidad del mar. No veo hacia donde me dirijo. Tengo los ojos cerrados y me limito a hacer lo que más me llena: fluir por ese elemento acuoso en el que me encuentro.
El vaivén del oleaje resulta gracioso. Es como si intentase hacerme más difícil la prueba.
Cuando llevo varios minutos adentrándome, aminoro la marcha y acabo por detenerme. Miro al cielo y veo como son la luna y las estrellas las que se encuentran sobre mí. No es posible. Hace un momento era de día y las nubes nos mostraban toda su fuerza. ¿Habré nadado más de lo que pensaba? Es extraño.



****



… De repente, un ruido me despierta. Ha sido sólo un sueño. ¡Y qué sueño!
Bueno, todavía es tarde, me queda rato para dormir.
Vuelvo a cerrar los ojos y de nuevo ese ruido. ¿Qué será? La ventana está abierta. Me asomo y encuentro la fuente del sonido. Son las olas golpeando las rocas.
Tenía que ser el agua. ¡Siempre es el agua!

1 comentario:

  1. Me gusta, yo también siento esa afinidad por el agua, es un elemento en que me siento feliz, sin lugar a dudas, más libre que en la tierra.

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