Hoy necesitaba hablar de ti. Me planté tras el miedo del folio en blanco después de meses sin que la necesidad de plasmar palabras en papel me envolviera. Hoy la cabeza me daba vueltas mientras trataba de ordenar aquello que ni tú sabes ordenar. Porque apareciste sin darme cuenta, yo no te busqué, y llenaste cada rincón de oscuridad con un hilo de luz que no sabías que llevabas contigo.
Hoy necesitaba hablar de ti. De esa facilidad con la que te hiciste a ti misma. Con el miedo y la calma de quien le llega la madurez casi como un golpe de martillo: Un golpe que esperas, para el que te preparas, clavas los pies en el suelo porque sabes que va a doler, pero que no consigues evitar que deje vibrando cada músculo del cuerpo.
Hoy necesitaba hablar de ti. De tu sonrisa infinita, de las arrugas que se marcan bajo tu nariz cuando lo haces, del miedo que alguien siente cuando se vacía y desaparece. Necesitaba hablar de dos besos, y de tres, y de cuatro. De los que vengan.
Hoy necesitaba hacerlo. Necesitaba hablar de ti. Parecía sencillo pero los nervios con los que mostrabas tus sentimientos hacían que quisiese darle la vuelta a todo. ¡Tan cerca de mostrarte y tan lejos de esconderte! Los silencios hablaron, fueron dignos ayudantes de las palabras que se pierden antes de ser pronunciadas.
Porque solamente los locos que creen que pueden cambiar el mundo lo consiguen. Y tú siempre te has creído capaz de hacerlo. Yo sólo me limité a escucharte, a soñar contigo cada proyecto, a experimentar con cada vivencia pasada y, por supuesto, futura.
Hoy necesitaba hablar de ti. De tu forma de saber que desde que naces se te va la vida. Que cada día puede ser el último para afrontarlo con energía. Que ser feliz puede no ser más que dejar de preocuparte, que la exigencia hacia uno mismo hay veces que es mejor dejarlas de la puerta de la calle para afuera. Y si te persigue, correremos juntos de ella. Para algo te conocí, te dije “guapa”, pensé que te sentaban muy bien las gafas, y te escuché todas esas cosas que necesitabas soltar simplemente pensando cómo es que no te conocí antes.
Hoy necesitaba hablar de ti. Y se me venía a la mente una frase que leí hace apenas un par de días: “Hazlo. Y si te da miedo, hazlo con miedo.” Pero bueno, ¿me vas a hacer caso a mí?
Es posible que algunas personas, si es que alguna persona llega a leer esto, piense que este texto no tiene sentido. Que no he hecho más que crear un alter ego que escribe sobre mí mismo. Pero no es cierto. Sabes que no soy tan hipócrita como para escribir cosas que no entiendo. Sabes que me cuesta escribir de ti, porque el día que alguien vea lo que yo estoy viendo, quizás estés demasiado lejos. O puede que no, quizás sigas aquí a mi lado. De hecho, voy a pensar mejor eso. Para algo soy quien escribe.
Puede que antes de terminar de escribir salga del documento sin siquiera guardarlo, pero sería injusto. No injusto conmigo, ni contigo. Injusto con mis palabras, porque hoy no necesitaba escribir sobre ti. Hoy necesitaba hablar de ti, y nunca me gustó hablar solo.