Osu siempre intentaba tener presente lo
que le llevó a la Tierra. No fue su calidez. De eso ya tenía en casa. No fue el
agua. Os puedo asegurar que no fue el agua. Simplemente encontró lo que buscaba
y voló en su nave sin que lo viesen. Apasionado de las pasiones y enamorado de
la literatura, al llegar al orbe celeste, decidió nombrarse como Osu García. A
su vez, prometió buscar una compañera que se apellidase Márquez. Formarían
juntos a su autor favorito.
Él, siempre hacía suya la frase de este
“humano nacido en una zona llamada algo así como Colimbia” que decía que la
vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir.
Una fría noche le pregunté el motivo de
su partida. Él, con esa pasión que mostraba a la hora de hablar, me dijo:
“Cuando algo te hace feliz, no puede estar mal. ¿Verdad?”
Y es que, tenía una forma de hablar muy
peculiar. No era de aquí ni de allá. Nunca sabía si dar love o amore… Es
posible que eso fuese lo que le impedía situarse en un sitio. No se sentía
ubicado en muchas situaciones.
Por ello, echaba las tardes frente al
televisor. El sofá muy duro, como a él le gustaba. Le daba al zapping hasta que
llegaba la hora de su programa favorito. Un concurso. En él, los participantes,
cuando perdían, caían a un abismo. ¡Le recordaba tanto a su planeta!
Una noche, disfrutando de la lluvia
sentado junto a su ventana, Osu empezó a sentir el poder del agua. Nunca había
entendido el sentido que tenía para los humanos, pero comenzó a comprender que
este elemento venía cargado de mucho más que hidrógeno y oxígeno. El tono
rojizo de la noche y el sonido sordo de las gotas chocando sobre el asfalto le
dibujaban sentimientos en la mente. En su contemplación hubiese dado lo que
fuera por convertirse en miles de esferas líquidas y caer del cielo junto al
agua. Esa vitalidad le embriagaba hasta el punto de rendirse a su poder, y llegó
a la conclusión de que, no importa lo grande que sea el paraguas que lleves;
cuándo llueve con tanta fuerza es inevitable que te mojes los pantalones.
Ahora,
Osu siente que se hace viejo y sigue buscando eso que le llevó a viajar a la
Tierra. Pasa demasiado tiempo solo, le da muchas vueltas a la cabeza y echa de
menos mostrarse como realmente es. De vez en cuando sale a volar y disfruta de sus
cien años de soledad las luces de la ciudad. Es el momento en el que vuelve
a sentirse vivo.
Está cansado de idas y venidas. De fobias
y filias. Las arrugas no le cursan la frente pero cada día necesita algo más.
Ha decidido dejar de actuar como si no sintiese. La sal en las heridas también
le escuece y piensa disfrutar de los que pueden ser sus últimos días en la
Tierra antes de volver a fugarse.
Si crees verlo por ahí, recuerda que su
apariencia era la tuya. O quizás fuese la mía, no lo tengo muy claro. Quizás
por ello creas no saber quién es Osu. Sin embargo, si cierras los ojos y lo
piensas bien, en este mundo loco, quien no desearía tener su nave, su valor y
sus ganas de volar.
"La vida misma es el viaje que menos apreciamos."
(Anónimo)